Se es sabido las diversas problemáticas habidas, y por haber, de la inseguridad ciudadana presente en el país. Muchos pueden culpar a las migraciones de ciudadanos extranjeros, otros al mismo gobierno, diversos a la policía; pero lo que se tiene en común entre los patriotas es lo siguiente: nadie hace absolutamente nada.
Las proporciones masivas de delincuencia, sicariato y coimas escalan cada vez más. Y no solo eso, según Ipsos, el “87% de peruanos afirma sentirse inseguro cuando transita por la calle de noche; un 67%, cuando lo hace de día.” (IPSOS. 2024). Se menciona, por parte del gobierno, un llamado a la acción y la “implementación” de una mayor cantidad de seguridad en los distritos, más queda en nulo todas estas afirmaciones. En las noticias se siguen mostrando personas arrebatadas, puestos incendiados, un oleaje de incidentes por la falta de prevención distrital. Comenta la investigadora Esther Zevallos, hablando del sicariato en San Juan de Miraflores:
“Habitualmente, existe inseguridad ciudadana en San Juan de Miraflores a causa de las mafias que cobran cupos a cambio de dejar trabajar a los grandes y pequeños empresarios, lo cual ha generado temor en la población, pues si no pagan tales cupos son extorsionados.” (2024)
De que vale esconderse del peligro transitado, mirar a los costados, desconfiar de quien se acerque, si al final del día no se conlleva a ninguna solución. Todas estas acciones radican en la falta de una verdadera importancia por parte de un gobierno que, en sí, se lava las manos cada vez que lo ve necesario. A pesar de las diversas marchas gritando por una implementación de conciencia en la seguridad, lo que hemos visto en los últimos años son respuestas reactivas, medidas populistas y operativos policiales aislados que buscan impacto mediático más que efectividad a largo plazo. Conversando con el periodista Jose Arturo Rodriguez (El comercio, El Peruano), menciona el deterioro de las institucionalidades y como es que se hace una proyección sobre la justicia y su silencio:
“Esta situación genera frustración, desconfianza en la autoridad y, en algunos sectores, hasta justificación de la justicia por mano propia. Sin una profunda reforma institucional, cualquier política de seguridad será como poner un parche en una herida abierta, actuará como una “solución temporal”, pero no como una estrategia sólida y definitiva.”
Se habla así de una acción – consecuencia que va más allá de una simple llamada de atención. Diversos medios abordan estas problemáticas sin tomar en cuenta la forma, buscando ingresar el miedo a las personas sin reivindicar a los puestos de poder una respuesta o buscar que tomen responsabilidad de sus puestos. En diversas redes sociales, en especial Facebook, se suben diversas noticias con subtextos fuera de lugar que hacen a la información poco viable y, sacada fuera de contexto, quitarle importancia. Titulares como “ESTABA LLENO DE PASAJEROS!” o “LO DEJAN FRÍO” son creados por el simple hecho de ser amarillistas y causar una reacción de chiste, lo cual ocurre de manera concurrente en nuestro país chichero.
Si las necesidades básicas de un país no son llevadas a cabo de la manera que tienen que ser resueltas, no se puede esperar un deterioro en el factor político y el llamado al paro de corrupción que existe tanto dentro y fuera del poder. Lamentablemente, la inseguridad ciudadana y la victimización de las fuerzas de poder serán algo que no se logrará desaparecer en un futuro cercano. Ya que, queramos o no, es algo que lleva con nosotros un hilo rojo, que solo podrá ser cortado mediante la inversión en prevención: educación, empleo juvenil y recuperación de espacios públicos. Sin un enfoque integral, el Estado seguirá siendo un simple espectador frente al alarmante avance del crimen en el Perú.